Hace tres días descubrí que tengo un huésped encantador en la terraza de mi casa: un hermoso coquí!! Saltó sobre mis pies, sorprendiéndome con su frío cuerpecito. Para nosotros los puertorriqueños, el coquí es uno de nuestros símbolos que nos distingue como pueblo. Su dulce canto emerge de nuestros patios todas las noches como una serenata sin final. Ayer y hoy nos volvimos a encontrar; me avisa que está, rozándome la piel con la suya, mojada y delicada. Lo miro y me mira para luego desaparecer dando saltitos entre las plantas. Ojalá que se quede un tiempo más... me agrada su compañía.
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